jueves, 11 de agosto de 2011

Nota sobre el Raks Al-Assaya

En el mundo de la danza árabe hay diferentes tipos de baile como la danza del bastón que es de estilo folklórico del Said (región del Alto Egipto) inspirado en el Tahtib que era una danza tradicional de los hombres egipcios quienes antiguamente utilizaban un bastón para reunir el rebaño, caminar y también defenderse.

Con el paso del tiempo las mujeres imitaron este baile y desarrollaron su propia versión que actualmente es conocida como “Raks Al Assaya” la diferencia radica en que ellas danzan de manera más delicada , haciendo equilibrio con el bastón en la cabeza, mostrando también agilidad y destreza balanceándolo acompañando de movimientos de cadera, vientre, busto y cabeza además de agregar pasos que van en armonía con el Saidi el cual es un ritmo con sonidos graves y agudos.

Estructura del Saidi:

Dum – tac – Dum –Dum –tac

(base del ritmo)

La vestimenta adecuada para este baile es la túnica ya que por ser una danza folclórica no debe mostrarse el ombligo aunque hoy en día algunas bailarinas usan el traje de odalisca con transparencia en el abdomen o bien, en Occidente es común ver bailarinas con traje de bellydance bailando saidi.

Cuando se ejecuta un baile con bastón generalmente lo acompaña un instrumento llamado “Mizmar” que es un instrumento de de viento de doble caña con un sonido muy particular.

Angélica Franco Meza

Bailarina de Danza Árabe

sábado, 23 de julio de 2011

Sobre las Fuentes del pensamiento islámico

La investigación moderna sobre el pensamiento islámico tiene que lidiar con una serie de problemas en la tarea de la reconstrucción de su historia y el papel que tuvo dentro de la sociedad musulmana en diversos periodos históricos, por ejemplo, la edición crítica de textos que o bien se encuentran en bibliotecas europeas[1], o bien se ven desaparecidos por la fuerza destructiva de los conflictos que aquejan a algunos países árabes que resguardan tesoros culturales no sólo de la civilización islámica sino también de las civilizaciones antiguas que florecieron en esos territorios antes de la llegada del Islam, es lo que ha ocurrido, por ejemplo, en Bagdad[2] con la complicidad del ejército estadounidense tras la invasión a Iraq.

Entre estas innumerables dificultades se encuentra la de la reconstrucción histórica de la transmisión del saber de otras civilizaciones a los musulmanes, lo cuál se dificulta en exceso debido básicamente a la pérdida de material importante como traducciones de textos o tratados producidos por los propios musulmanes. Sin embargo, se ha vuelto un tópico reconstruir la influencia de fuentes no islámicas uno de los ejercicios analíticos fundamentales para explicar el pensamiento gestado por los musulmanes, es más, incluso en pensamientos como los de la falsafa (filosofía) se ha reducido todo intento de su explicación al rastreo de cuál es la procedencia, si griega, persa, india o cualquier otra de las culturas con las que los musulmanes se toparon a partir de las conquistas de Siria y Palestina. Esto ha provocado el reforzamiento del prejuicio de la “ortodoxia” musulmana de que pensamientos como la teología mutazila, la falsafa o incluso el sufismo son innovaciones no islámicas que se originaron a partir de la introducción de esos elementos que no existían en la primitiva comunidad islámica[3]. A pesar de los esfuerzos por reducir los prejuicios frente al Islam que a lo largo de la investigación moderna han estorbado para su comprensión y que han generado ideas como la sostenida por Asín Palacios que hacía del sufismo una mera proyección del cristianismo en el Islam[4], el lugar de las fuentes no islámicas dentro del pensamiento islámico no ha sido comprendido debido a que la reconstrucción de su asimilación no ha sido aún realizada satisfactoriamente[5], en parte por las metodologías de análisis seleccionadas, al no considerar que están rastreando el desarrollo de un pensamiento producido no por simples autómatas sometidos a dogmas religiosos, sino por fieles creyentes que intentaron entender su religión, así como los acontecimientos políticos a la luz del Islam, y que además estaban insertos en relaciones sociales que afectaron bien pronto la conformación de las instituciones islámicas y su decadencia; pensar por ejemplo la influencia del sistema tribal en la conformación de una élite islámica en la comunidad musulmana primitiva está anulado para una metodología que realiza un análisis abstracto de los hechos históricos.

Entonces, ¿cómo asumir a las fuentes del pensamiento islámico para no ceder a nuestros prejuicios como investigadores? Es claro que la elección de un determinado enfoque en la investigación y comprensión de éstas fuentes debe estar justificado teóricamente, pero en principio debemos cuidarnos de que el análisis no esté viciado por una idea incuestionable que formalice toda la investigación[6]; en segundo lugar, no debemos perder de vista que si bien el conocimiento en la civilización islámica le debe mucho a la transmisión escrita y la producción a gran escala de traducciones y obras manuscritas, dependientes del desarrollo tecnológico del papel, no obstante buena parte de esa transmisión también se dio oralmente durante los primeros años e incluso muchos conocimientos, particularmente de medicina, se introdujeron a la península árabe incluso antes de la llegada del Islam y más tarde a través de relaciones comerciales o incluso de disputas directas con las comunidades nestorianas en Siria o la mandea en Iraq, así como la importante confrontación con el maniqueísmo persa, de la cuál se han visto rastros en la conformación teórica de la teología[7]. La conformación del pensamiento islámico, por ende, no se da sólo en relación a una interpretación que se rodea del prestigio de continuar la labor del Profeta, sino también en el contexto de la interacción entre los musulmanes y de éstos con las poblaciones de los territorios conquistados.

Si bien, la importancia de rastrear las fuentes escritas es muy importante, no debemos ceder a la tentación de reducir su investigación a un mero rastreo de cómo de esos textos emanan las ideas que se presentan en los textos de místicos, teósofos, teólogos o filósofos; explicar estas disciplinas implica poner en relación a pensadores vivos con preocupaciones concretas con una serie de pensamientos que, si bien eran de origen externo al núcleo doctrinal del Islam, fueron usados para desarrollar una mayor comprensión de éste y a fin de tratar de resolver problemas concretos de la sociedad islámica. Es cierto, por ejemplo, que en el sufismo podemos rastrear componentes budistas, hindúes, gnósticos y procedentes del legado griego y del misticismo bizantino[8], no obstante, resulta excesivamente simplista pensar que el sufismo es el resultado de la mezcla ecléctica de todos esos elementos, el sufismo, a pesar de esas influencias, presenta características particulares que le permiten identificarlo como un movimiento intrínsecamente musulmán, por ejemplo, la meditación profunda que se deja rastrear en sus textos y poemas en torno a las ideas de Dios que se encuentran en el Corán. Esas influencias son asimiladas, pero no de golpe ni indiscriminadamente, son integradas a una meditación cernida sobre el mensaje coránico y, ante todo, a la experiencia en la que vivieron su fe.

Así, sobre lo que intentamos llamar la atención es que para entender tal diversidad de pensamiento al interior de la comunidad musulmana, no debemos de perder de vista cómo es que las fuentes fueron asimiladas por los musulmanes con vistas a los problemas que su experiencia social, política y religiosa les planteó y que si bien muchas veces fueron adoptadas como formas de reelaborar la comprensión del Islam desde diversos ángulos, no podemos ignorar que son pensamientos dimanados de la vida concreta de los creyentes, aún cuando en ocasiones se desplacen más allá de lo que fue la práctica inicial y que se transformó en la fuente de la tradición islámica, que, aún con todo, comparten casi todas las ramas del Islam.

Daniel Maldonado Juárez.

Facultad de Filosofía y Letras, UNAM.



[1] Durante la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, el manuscrito de la Risalat al wada‘ (Carta del Adiós) de Ibn Bayya, que se encontraba en la Biblioteca de Berlín, desapareció, hasta que en 1988 fue encontrado en Cracovia. Por otro lado, los manuscritos a veces han permanecido perdidos en los archivos de éstas bibliotecas y su rescate, edición y traducción se ve entorpecido sobre todo debido a la falta de especialistas que se dediquen a esta inmensa labor de rescate, o de la falta de ingresos para financiar estas actividades, a pesar de lo cuál toda una serie de investigadores comprometidos, tanto occidentales como árabes, han emprendido esta titánica labor.

[2] Yriart Martín F. Bagdad, bibliocausto, memoricidio, impunidad. http://www.webislam.com/?idn=3127

[3] Lo cuál es grave en casos en los que se intenta juzgar el papel de éstos pensamientos en la conformación histórica del estado y de la racionalidad islámicos, por ejemplo en Ruiz Figueroa Manuel. Islam Religión y Estado. Colegio de México. México. 2005. pp. 86 la filosofía es para el autor una tradición que no estuvo viva y refuerza la idea de que el Islam manifiesta una animadversión por el desarrollo de una reflexión teórica en pos de la pura realización práctica del culto religioso. En pp. 118, la teología mutazilí defiende al Islam a través de postulados “inaceptables” (obviamente inaceptables para cierto sector musulmán, no para todos) y sugiere en otros pasajes que esto se debió a su introducción de pensamientos extranjeros que no se apegaban a lo que un grupo de autoridades religiosas decían que era el verdadero Islam. En pp. 139 se reduce al sufismo a mera “síntesis” del pensamiento islámico y de los elementos extraños a él, incluso “las versiones más opuestas” a él.

[4] Martínez Humberto. Estudios Islámicos. UAM/Gernika. México. 1992. pp. 9 ss.

[5] Trabajos pioneros como los de Richard Walzer o de Abd Al Rahmán Badawi están muy lejos de despejar todas las cuestiones involucradas en el papel que desempeñaron éstas fuentes dentro de la civilización islámica, pero son pasos importantísimos para lograr su comprensión cabal.

[6] Como el prejuicio, por ejemplo, de que el Islam no era originalmente una religión apta para desarrollar una mística.

[7] Nomanul Haq, Syed. The indian and persian background. Chapter 4 de Nasr Sayyed Hossein, Leaman Oliver. (Comps). History of Islamic Philosophy. Routledge. London. 1996. pp. 56.

[8] Nicholson Reynold A. Los Místicos del Islam. PADMA/ José J. de Olañeta, Editor. Palma de Mallorca. 2002. pp. 21-43.

viernes, 8 de julio de 2011

Aristóteles y el Islam

Hacia el año de 217 de la Hégira / 832 d. C., el califa Al Ma'mun, de la dinastía abbásida, funda en Bagdad, la entonces capital del califato, la famosa Bayt Al Hikma o Casa de la Sabiduría, una institución que apoyó y financió la más grande labor de traducciones de obras de ciencia y filosofía griegas, ya fuese directamente del griego al árabe o a partir de traducciones siríacas al árabe. Los móviles que llevaron al Califa a crear y mantener esta institución no son claros y ha habido una discusión prominente en los últimos años sobre su significado social, así como sobre el papel central de la corte en la inmensa labor de traducción, además sustentada y apoyada por familias importantes y vinculadas en ocasiones con la corte como los Barmakíes, los Nowbakht[1] o los Munajjim. En todo caso, las fuentes dicen que el califa decidió traducir estos textos debido a un curioso sueño donde Aristóteles se le aparecía y le exhortaba a ello, o en otra versión, que, habiendo estado enfermo, el médico sirio Ŷūrŷīs Bin Ŷūrŷīs lo cura y, simultáneamente, le habla del conocimiento griego de la medicina, estimulando al califa a iniciar la labor de traducción[2]; esto es importante porque, si bien estos relatos muy verosímilmente pueden ser producto de una elaboración tardía, y por lo tanto pura ficción, reflejan muy bien la centralidad de dos formas intelectuales precisas que ocuparon a los sabios árabes en los tiempos siguientes tanto en el occidente islámico como en el oriente: la medicina y la filosofía de Aristóteles.

Es fama que Aristóteles fue conocido en el mundo árabe medieval como el Primer Maestro, dándole con aquél epíteto el carácter de haber sido la corona del conocimiento griego, sus obras fueron comentadas muchísimas veces y su pensamiento fue el más influyente en la conformación del pensamiento filosófico árabe. Sin embargo, el pensamiento filosófico que se originó a partir de esa crucial influencia, a pesar de que los pensamientos platónico, neoplatónico, neo pitagórico, estoico, etc., a menudo intervinieron en la forma en la que se articulaba la interpretación de los textos aristotélicos, este pensamiento, pues, mantuvo fuertes choques con la llamada “ortodoxia” de los juristas y teólogos musulmanes más tradicionalistas, además de mantener bajo sospecha a la filosofía incluso para sectores religiosos más alejados del tradicionalismo como lo fueron los sufíes; esta situación de confrontación ha hecho que a la hora de reconstruir la relación histórica y social que mantuvo el pensamiento filosófico árabe, apoyado en Aristóteles, sea entendida como un pensamiento que básicamente no tuvo proyección sobre la sociedad islámica al no incidir en la formación de sus instituciones , así como no tuvo continuidad debido a que fue básicamente un pensamiento frontalmente antagónico con el dogma islámico, a revertir esta opinión nos dedicaremos con brevedad en lo que sigue.

El famosísimo y muy respetado teólogo persa Al Ghazzalí señaló en su igualmente famosísima obra Tahafut ul Falasifa (traducida como “Destrucción de los filósofos”) que los filósofos habían incurrido en tres particulares errores irreconciliables con la religión islámica: 1._ La eternidad del mundo, es decir, la negación directa de la creación ex nihilo, 2._ la negación de la resurrección del cuerpo y 3._ la negación de la omnisciencia divina al decir que Dios conoce los universales pero no a los seres individuales y concretos. La estrategia de Al Ghazzalí fue atacar la confianza de los filósofos en la capacidad de la razón para conocer la esencia divina y la verdad que predica la religión, por ello, sus argumentos se dirigen con particular cuidado hacia el principio de causalidad, refutándolo a través de un escepticismo gnoseológico muy fino que logra en ocasiones su cometido frente al pensamiento de Avicena, que es a quien critica principalmente[3]. El concepto aristotélico de causa postula que una causa sólo puede serlo a través de una relación de necesidad con su efecto, por lo que si pensamos a Dios como causa Primera en tanto causa de todo lo que existe, debe pensarse que existe una relación de necesidad entre el Creador y la creatura, esto a oídos de un musulmán tradicionalista es una auténtica blasfemia, ya que disminuye la potencia de Dios, al no permitirle la potestad de querer o no querer crear al mundo y sus seres existentes, es así como Al Ghazzalí intenta desmontar las tres tesis que mencionamos arriba que para él estaban construidas en base a ese concepto, así como el rechazo al concepto de naturaleza, que al comportar una ordenación interna de las cosas en su devenir, su generarse y su corromperse, así como en las relaciones que mantienen entre sí, inciden de igual manera en la limitación del poder divino, anulando además la posibilidad de que existan milagros[4]; insistimos, pues, en que la idea que defiende a ultranza es la atribución a Dios la omnipotencia absoluta. Dios también es omnisciente, la tesis de que Dios no conoce directamente a las cosas singulares adquiere diferentes modalidades de acuerdo a quien lo sostiene, pero básicamente se relaciona con mantener la radical Unicidad de Dios, si conociera a todas las cosas querría decir que no sólo usaría la mediación del intelecto sino también de la sensibilidad y, por ende, que estaría bajo los límites de la corporeidad, la temporalidad y el espacio[5], así nos dice Al Farabí, por ejemplo, que Dios es inteligencia por su propia naturaleza perfecta y en tanto tal conoce en acto su propia esencia única, existente en acto[6], Dios conoce al resto de las criaturas por conocer su propia esencia, entiende que Él es causa del resto de las cosas[7]. Finalmente, Al Ghazzalí habla de la negación de la resurrección del cuerpo, sostenida en base al dualismo alma cuerpo, pero eso concretamente sólo podría asentarlo en los textos de Avicena, Al Farabí negó siempre rotundamente la afirmación de que el alma es separable del cuerpo, por eso la elevación no se da para él a través de este concepto sino a través del intelecto, de la llamada unión con el intelecto agente[8]. La tradición islámica también objetaba que con ello se reducían las posibilidades de acción de Dios.

Es importante tener en cuenta que Al Ghazzalí veía en la filosofía griega la fuente de estos errores que llevan a la incredulidad[9], ya que esta será una opinión muy influyente en la conformación de la opinión común de los creyentes en torno a los filósofos “peripatéticos”.

Antes de revertir éstas ideas de Al Ghazzalí, quisiera referirme concretamente a un texto de Manuel Ruiz Figueroa acerca del valor de la filosofía árabe islámica, para mostrar cómo es que esta interpretación “tradicionalista” sobre dicho pensamiento ha impactado en la forma en la que los especialistas leen el significado histórico, político y social de la filosofía dentro de la civilización islámica, así como una interpretación general de la historia de ésta: “El racionalismo filosófico no dejó una huella permanente en el Islam, ni fue relevante en la formación de sus instituciones y pensamiento políticos; por el contrario, fue considerado incompatible con los principios, valores y doctrinas de otras élites intelectuales que también luchaban por ser reconocidas como las oficiales y únicas de la umma islámica, y que lograron derrotar y desterrar a la filosofía y al racionalismo del mundo islámico. Podríamos suponer que si la élite filosófica hubiera logrado imponerse como la “ideología oficial” de la comunidad islámica, se habría dado una orientación y un desarrollo ideológicos parecidos a los de occidente[10]. Ruiz Figueroa insiste en que al atacar la omnipotencia divina del Dios coránico, la filosofía llevaba todas las de perder porque no se apegaba al dogma islámico, frente a ello, relega el carácter político de la filosofía árabe a un mero conjunto de buenas utopías más relacionadas con la repetición del pensamiento griego que de producción propia. Su discurso se vuelve totalmente peligroso cuando, en pos de comprender cómo es que se conformó el estado islámico, casi justifica la absorción del Islam por la dinámica del poder en base a que esto se fundó en la comprensión inicial de Dios como poder absoluto, como voluntad todo poderosa; en ese sentido, llama la atención que nunca problematice realmente la realidad del poder y el dominio en la civilización islámica por su supuesta base auténticamente, o mejor dicho, originariamente islámica.

Pero aquí está la clave para entender el papel que jugó Aristóteles, como representante de una tradición griega que ocupó a los filósofos, en la formación de un pensamiento internamente árabe; como hemos dicho, no sólo fue Aristóteles sino también Plotino, Platón, los comentadores de Aristóteles (Simplicio, Porfirio, Temistio, Alejandro de Afrodisia, etc.) los autores traducidos al árabe, esto es importante porque en algunos casos la influencia neoplatónica en autores como Avicena o los llamados Hermanos de la Pureza, van a determinar el tipo de doctrina en la cuál sus pensamientos se resuelven, por ejemplo en el primero como una mística visionaria, en los segundos como gnosis y teosofía. Quienes se apegaron a la hermenéutica del texto aristotélico, en cambio, van a sostener siempre una opción intelectual racional, que usa la razón para comprender el mensaje religioso y las formas en las que puede llevarse a cabo los ideales sociales que el Islam trajo consigo.

Los primeros textos traducidos al árabe de Aristóteles fueron los de lógica aunque el Organón no se tradujese completo, sin duda tuvo un gran impacto si consideramos la conformación de una de las dos escuelas de gramática más importantes, sino también de su rastro en el pensamiento del movimiento teológico mu'tazilí. Fue Al Farabí el primero en Comentar la traducción completa que Hunayn Ibn Ishaq hiciera hacia el siglo X y las huellas de este pensamiento articulado a través de la lógica tiene enorme resonancia en su propio pensamiento[11]. Sin embargo, también el texto De Ánima así como la Poética y la Metafísica tuvieron una resonancia importantísima en la conformación del pensamiento filosófico árabe. Como hemos visto, el problema básico frente al cuál se posiciona Al Ghazzalí es el del concepto de causalidad, pero el postulado físico que se encuentra detrás de él es el del concepto de naturaleza, a su vez criticado bajo la idea de que las cosas sólo tienen realidad por el acto voluntario de Dios.

Rápidamente hablaremos de cómo podemos reestructurar la idea de naturaleza y su vínculo con los problemas concretos del pensamiento islámico de su tiempo. En primer lugar, la idea de creación que mantienen los tradicionalistas implicaba una relación entre Dios y las cosas análoga a la que mantiene el hombre y las cosas que produce técnicamente, como bien lo ha marcado Muhsin Mahdí[12]; además, las objeciones a este concepto no se remiten al hecho de que tanto en Aristóteles como en los filósofos que le siguieron, la naturaleza es un concepto enmarcado dentro de una teoría ontológica general que busca entender “al Ser en tanto que Ser”[13], el concepto central, pues, no es el de naturaleza. Pero un par de argumentos nos bastaran para esbozar lo que nos hemos propuesto: en primer lugar, Aristóteles habla de que su Filosofía Primera tiene por objeto conocer a lo divino, esta afirmación fue traducida al árabe en el sentido de que el objetivo era conocer a Dios, de aquí, el concepto del Ser en tanto que Ser fue identificado con el de Dios o, como el Ser Primero, donde se abre la posibilidad de la llamada síntesis neoplatónica[14]. En segundo lugar, en un pasaje crucial de la metafísica, Aristóteles habla de que la filosofía puede ser llamada “ciencia de la verdad”[15], y que la verdad implica el ser que se tiene: “cada cosa tiene verdad en la misma medida en que tiene ser” (II, 993 b 30). Esto a oídos de los musulmanes debió haber formado la idea de que Dios, en tanto Ser excelso es la verdad y es Verdadero, lo que se coloca entonces como arsenal conceptual para entender a la creencia religiosa es el problema de Dios como ser Verdadero, Veraz y Verdad metafísicamente fundante de toda otra Verdad, por ello, la idea de cómo los seres proceden a partir de él no puede ser pensada puramente como una relación entre creador y ser creado, porque excede el mero acto volitivo, por ello es que las relaciones entre las cosas y Dios dependen de la forma en la que lo verdadero se articula en el mundo y de cómo el mundo se constituye desde la verdad originaria, ello se intentó pensar a través de una metafísica que sostuviera la Unicidad radical de Dios y en su configuración transitó a partir de la distinción farabiana de aquello que es posible y aquello que es necesario y continuó con Avicena en su famosa distinción entre esencia y existencia.

La tesis básica de la filosofía, en ese sentido, es que para comprender la religión, incluso la propia veracidad del mensaje profético, debemos apelar a la forma en cómo la verdad se manifiesta en la realidad y en nuestras posibilidades para distinguirla; por ello el problema del intelecto pervivió en la historia de este pensamiento, en realidad, sostener a Dios como fuente de la Verdad es para ellos la única forma de sostener su acto creador pues de lo contrario, se sostendría que al crear las cosas voluntariamente y sólo por eso, Dios sería excelso. A partir de esto, la dinámica instrumental de la religión absorbida por el poder fáctico de esa institución en decadencia que fue el califato es disuelta al abrir la posibilidad de repensar la idea de una comunidad política basada en una comprensión diferente de la tradicionalista. Finalmente sólo diré, a falta de espacio, que el hecho de que desapareció la filosofía del mundo islámico más que a conflictos ideológicos se debe al recrudecimiento de la situación política que vivió oriente frente al creciente poder de los turcos y en occidente frente a la destrucción de la prominente cultura andalusí a manos de los cristianos españoles. Por supuesto, los filósofos árabes se tomaron tan en serio la filosofía que ésta nunca se vio reducida a ideología, como creo que piensa Ruiz Figueroa, es decir, a falsa conciencia.

Daniel Maldonado Juárez.

Facultad de Filosofía y Letras, UNAM.



[1] Si bien éstos se concentraron básicamente en la traducción de obras persas, apoyaron también la traducción de las fuentes griegas.

[2] Cruz Hernández Miguel. Historia del pensamiento en el mundo islámico. Tomo I. Alianza Editorial. Madrid. 2000. pp.183 n. 3

[3] Esto va a hacer que más tarde Averroes en su Tahafut ul Tahafut afirme que la crítica de Al Ghazzali es válida hasta cierto punto en tanto que se remite a tesis sostenidas únicamente a Avicena, pero que, por el hecho de concentrarse en la crítica a éste no comprende otras cuestiones importantes de la discusión.

[4] Nos dice Al Ghazzalí que el concepto de causa depende directamente de la sucesión temporal, del movimiento, de ahí que podamos decir que el padre es causa del hijo, no obstante, lo que no se advierte es que si bien el padre en tanto padre es causa por su anterioridad, por haber depositado el semen en el útero, pero no por producir la existencia del hijo, ni su vida, ni su vista, ni su oído, para todo ello, sólo Dios es causa efectiva Cfr. Al Ghazzali. La Destrucción de los filósofos. Cuestión XVII. En Fernández Clemente. Los filósofos medievales. Selección de textos. I BAC. Madrid. 1996. pp.678. Y en el fondo, intenta sostener, como más tarde lo hará Hume, que el principio de causalidad está asentado puramente en la regularidad ilusoria de las apariencias sensibles.

[5] La defensa a ultranza de la Unidad de Dios fue sostenida primero por la teología, principalmente por la mu'tazila, lo que les llevó a estos teólogos a repensar la afirmación coránica de que Dios lo ve todo Cfr. ‘Ābd Al Yābrī Muhammad, Al Tānī Ahmad, Al ‘Amrī Mustafā. Durūs Fy Al Fikr Al Islāmī. Dār Al Nashr Al Maghribī. Casa Blanca. 1971. pp. 76 ss.

[6] Al Farabí. La ciudad Ideal. Tecnos. Madrid. 1995. pp. 13: “Para ser, pues, entendimiento in actu y cognoscente o inteligente in actu no necesita el Ser Primero entender antes alguna esencia que en cuanto distinta de Él entendería y adquiriría. Mejor dicho, es entendimiento y es inteligente porque conoce su esencia”

[7] Cruz Hernández Op. Cit. Pp. 195.

[8] Más tarde, Avempace y Averroes le seguirán en esta resistencia al dualismo alma cuerpo.

[9] Ramón Guerrero Rafael. Filosofías árabe y judía. Síntesis. Madrid. 2004. pp. 174.

[10] Ruiz Figueroa. Islam Religión y Estado. Colegio de México. México. 2005. pp. 112. El subrayado es mío.

[11] Además de que su fama como lógico se extendiera a lo largo y ancho del mundo islámico Cfr. Al Andalusí Said. Historia de la Filosofía y las ciencias o Libro de las Categorías de las Naciones. Trotta. Madrid. 2000. pp. 126.

[12] Mahdí Muhsin. Alfarabi y la fundación de la filosofía política islámica. Herder. Barcelona. 2003. pp. 45.

[13] Por eso es que el concepto árabe Tabī'a (naturaleza) mienta una idea de algo que se expresa Íbid. Pp. 44.

[14] Cruz Hernández. Op. Cit. Pp.166.

[15] Metafísica, II, 993 b 20

jueves, 23 de junio de 2011

Breve Aproximación al Arte Islámico

Según la tradición islámica, durante el siglo VII de nuestra era, la península Arábiga fue testigo de la revelación del Islam a Muhammad (Mahoma) por parte del Ángel Gabriel. Las predicas de éste nuevo y a la vez último profeta enviado por Dios comenzaron en la ciudad más importante de Arabia, la Meca. La importancia de ésta ciudad, que hasta la actualidad sigue siendo el lugar más importante para los musulmanes, radica en que en ella se encuentra la Kaaba (un edificio de forma cúbica que desde tiempo preislámicos era considerado como un lugar de peregrinación, pues era el centro de culto para miles de personas que acudían a adorar a un gran número de ídolos). La gente peregrinaba y aprovechaba la visita a su ídolo de “confianza” para comerciar. Con el paso del tiempo, la ciudad se convirtió en el vínculo comercial entre el Mediterráneo y el lejano Oriente. A pesar de su gran riqueza cultural y económica, se han encontrado pocos testimonios artísticos en la región, tal vez lo más notable son los monumentos que se han hallado en cantidades mínimas.

''No he creado a los genios y a los hombres sino para que Me adoren''. Corán (51: 56).

Se considera que el Corán es la fuente de conocimiento del arte y sin duda el desarrollo artístico fue estimulado por algo muy importante en la vida de cualquier muslim (musulmán) la rememoración de Dios, el dhirk Allah.

El artista (Sani, el que obra con sus manos) da un lenguaje sensorial a los ideales del Islam, es decir, a las formas y motivos de las estructuras y decoraciones de santuarios y palacios. El artista como cualquier otro muslim es un siervo de Dios y sus creaciones siempre responden a una finalidad precisa; el arte islámico siempre es funcional, útil y de completo y casi exclusivo orden espiritual.

El arte islámico evolucionó tomando influencias romanas, bizantinas, persas y hasta el arte chino fue un ingrediente esencial para la pintura, la cerámica y las artes textiles. Los primeros seguidores de Muhammad provenían de pueblos nómadas con escasas tradiciones artísticas y a medida que se expandió el Islam, se fueron asimilando las distintas tradiciones culturales y artísticas de los pueblos sometidos.

El desarrollo del arte islámico desde el siglo VII al XVIII se divide en tres periodos:

  1. Periodo de formación que coincide con el califato Omeya (661 – 750) en su poder el territorio islámico se extendió desde Damasco hasta España.
  2. Periodo de la época de los califas Abbasíes (750 – 1258), establecidos en Bagdad hasta la conquista mongola. Además de los Omeyas y los Abbasíes cabe mencionar otros estilos como el de los turcos Selyúcidas (mediados del siglo XI a 1157), Kánidas (1256 a 1349); los Timuríes (1378 – 1502) y los Safavíes (1502 - 1736). Todos establecidos en Irán.
  3. Periodo desde la conquista mongola hasta el siglo XVIII.

La arquitectura, una de las primeras y más duraderas de las Bellas Artes, se asocia en el Islam con palacios y lugares de adoración. A diferencia de la arquitectura, en la pintura, la escultura y la música, en grados distintos, hubo dificultades debido a la censura religiosa. Existía la prohibición de representar la figura humana[1].

El arte islámico es arte decorativo, su función era la recreación de una combinación de forma y color agradable, el estilo de ornamentación que conocemos como arabesco

empezó con los Omeyas en el siglo VIII[2].

La contribución Omeya a la arquitectura no se limitó al campo religioso. Los Califas de Damasco fueron los primeros en construir palacios reales; dichos palacios no se construían en la capital, sino en el límite del desierto sirio y estaban hechos con la idea de servir como salas de baño y casas de retiro para relajarse, jugar y satisfacer la nostalgia del desierto[3].

No podemos negar el uso “no oficial” de estos palacios, pues en ellos, los Califas se dedicaban a beber, a cazar y a contemplar a las bailarinas; dejando a un lado las conductas “antiislámicas” hay que destacar que introdujeron la arquitectura secular.

Los palacios Omeyas estaban decorados con mosaicos, pinturas murales y estucos, representando animales, escenas cortesanas o al propio califa, esta decoración deriva en gran medida de la tradición Sasánida. Con la invasión de los mongoles muchas ciudades fueron destruidas o reducidas a pueblos, y se perdieron los ingeniosos sistemas hidráulicos que las permitían existir.

Es necesario destacar que la Mezquita de Muhammad en Medina se convirtió en el prototipo del edificio islámico, que a su vez dio lugar a dos tipos de construcciones para llevar a cabo el culto:

  1. Mezquita
  2. Madraza

Mezquita (Masyid) “lugar de postración”, este término no designa un edificio sino un lugar reservado para los muslimes - podían ser casas o lugares al aire libre - que se reúnen para orar especialmente los viernes y para discutir asuntos públicos.

La mezquita es un lugar de erudición, en donde gran parte de la vida pública y política tenía lugar y que en muchos casos sirvió para guardar el tesoro de la comunidad. Es un lugar de enseñanza, de encuentro en donde todo fugitivo encuentra asilo y los indigentes limosna, albergue y comida.

Para el siglo I de la expansión del Islam (siglo VIII de nuestra era), la mezquita ya tenía características arquitectónicas propias, con elementos obligatorios. Originalmente el único requisito de una mezquita era que la superficie fuera suficiente para acomodar a todos los habitantes de alguna población y tenía que estar en dirección a la Quibla (Meca). Poco a poco se agregaron más requisitos.

  1. Mihrab: Nicho en la pared de la Quibla.
  2. Minbar: Púlpito en donde el Imán, guiaba la oración del viernes y daba su sermón. El mimbar o púlpito se utilizó por primera vez en la mezquita de Medina. Al principio se empleaba como estrado, pero pronto se convirtió en un verdadero púlpito para la predicación del imán.
  3. Mansura. Habitación reservada al soberano y a sus representantes.
  4. Plataformas: Estas estaban elevadas para la recitación del Corán.
  5. Alminar: Torres que denotan la existencia de una Mezquita y es desde donde el Almuecín llamaba a la oración. En los primeros tiempos no existía el alminar, de modo que los fieles se reunían para orar sin necesidad de una llamada previa. Sin embargo, debido al aumento de la congregación, se acabó instituyendo la llamada de un muecín, a viva voz, desde la cubierta más alta del edificio. La Gran Mezquita Omeya de Damasco (705-715) es el primer ejemplo que presenta una torre o minarete, situada en una de las esquinas del patio, para realizar esta función.
  6. Fuentes: Al igual que los pozos aparecen en las mezquitas para el lavado ritual[4] (wudu).

Es común que no todos los elementos no se encuentran en todas las mezquitas, por ejemplo el Mihrab si existe en todas, pero otros como el Minbar, solo existe en ciudades cuyos gobernantes habían sido nombrados por los califas.

Bajo los Abasíes se introdujo en Irán una nueva tipología de edificio religioso, la madraza o seminario religioso. Su forma, basada en la arquitectura Sasánida, dio lugar a un nuevo tipo de mezquita que se difundió rápidamente por numerosos países. La madraza y la mezquita-madraza están configuradas por iwanes, es decir, salas emplazadas en los ejes de un rectángulo que se abren con grandes arcos a un patio central. Las madrazas suelen disponer de habitaciones en torno al patio dedicadas al estudio o a los dormitorios de los estudiantes. La mezquita del Viernes (donde se congrega el mayor número de fieles de una ciudad) de Ispahan (siglo XI, Irán), es el primer ejemplo de mezquita-madrasa.



[1]Ikram, Antaki, La cultura de los árabes, p. 157

[2]Hitti, Philip, El Islam, modo de vida p 244

[3]Ídem. p 236

[4] Ídem. p. 230-231.



Israel Eber

Historia, CU, UNAM

lunes, 6 de junio de 2011

El Misticismo en la orfebrería Tuareg


Hombres de turbantes azules y piel quemada por el sol del desierto, mujeres que al caminar hacen una melodía con el tintineo de sus joyas de plata y deslumbran a los visitantes con sus cabelleras ensortijadas con amuletos de metal decorados con espejos, caravanas a través del Sahara que aún comercian o intercambian ganado, especias o artesanías, pueblo de la tradición oral, esto es el pueblo Tuareg.

El pueblo Tuareg desciende de las antiguas tribus nómadas bereber o amazic en el desierto del Sahara y su distribución geográfica abarca Argelia, Libia, Níger, Burkina Faso y Mali. Cuentan con su propia escritura llamada tifinagh, hablan bereber y han adoptado al Islam como religión sin dejar atrás ciertas creencias antiguas y han conservado su propio sistema de leyes y justicia.

En la artesanía tuareg persiste la decoración del cuerpo con objetos geométricos de carácter simbólico (redes de rombos, triángulos equiláteros, puntas de flecha estilizada y las famosas cruces de plata entre otras) que hacen referencia a sus dogmas religiosos de la época preislámica. A pesar de su fe en el Islam, este grupo nómada aún se protege del mal de ojo, creen en el valor curativo del cobre y la coralina, pocas veces utilizan oro para sus ornamentos, la plata es la base de su orfebrería, consideran al hierro como algo maléfico y los diseños de su joyería son tomados de la fauna, pero de una fauna desde el punto de vista del cazador que conocía el arte parietal, el de la huella. Recurren de igual modo a sus conocimientos astrológicos, los cuales van ligados al procedimiento de la adivinación y por eso no es raro encontrar en sus artesanías metálicas a la luna, el sol y las estrellas.

En el arte de la orfebrería tuareg no solo hay piezas de adorno, encontramos que también los inadem (herreros) fabrican armas tales como la takuba, espada tradicional con empuñadura en forma de cruz, telek, elmoshi (dagas), azegiz, gozma (puñales de brazo), y allagh (lanzas) lo cual demuestra que son una raza guerrera por naturaleza. Otro tipo de uso que le dan al metal es para la elaboración de artículos para la vida cotidiana, los cuales deben ser transportables, resistentes y útiles ya que siempre están en constante movimiento. Un ejemplo son los martillos de plata para fraccionar el azúcar pilón (piloncillo), que actualmente ya no se usan pero demuestran lo prácticas que deben de ser las piezas para su movilidad.

Las cruces tuareg

Estas se conocen con el nombre de “la cruz del sur” y actualmente son 22 tipos diferentes de estrellas. Estas representan los cuatro puntos cardinales ya que la orientación para este pueblo nómada es un factor importante para su supervivencia. De todos los modelos de estrellas tuareg las más populares son:

· Cruz de Agadés: utilizada por todas las mujeres tuaregs del Ayr, capital de Agadés. Es una de las más populares y una de las más comerciadas en el extranjero.

· Cruz de Tahoua: perteneciente a la región de Tahoua. Los tuaregs y los hausa la llaman zakkat, cuyo significado es desconocido pero su estilo simula el tipo de arquitectura hausa.

· Cruz de Iferouane: proveniente del norte de Ayr. Esta cruz también es de las extendidas en el mundo tuareg y se nombra tariselt que significa “pequeña herencia”.

· Cruz de Zinder: proveniente de la franja meridional del Níger, de origen hausa y llamada tenaleït que significa “pequeño mijo”; este nombre se le da ya que su forma es parecida a los granos del mijo.

· Cruz de In Gall: originaria del oeste de Agadés de la aldea In Gall. Se le da el términ tanfukque significa "a medio salir" en alusión a la punta roja que emerge de la cápsula, como el sol al alba.

Estas son llevadas por ambos sexos y confeccionadas por los inadem en plata obtenida de la fundición de antiguos taleros [1] u otras piezas del mismo material. Actualmente con el constante turismo, los tuareg han guardado los modelos tradicionales para ellos y para el público en general han tenido que modificar la línea. Europa es el mayor comprador de cruces tuareg así como algunos países árabes, para los cuales se elaboran las piezas en oro.

Amuletos

Existen diferentes tipos de amuletos que son utilizados por los tuareg, ya sean para el mal de ojo, para contener pequeños suras del Corán, para la buena suerte, amuletos de conchas para la fertilidad en la mujer y otras fuerzas sobrenaturales creadas por los demonios.

Algunos de estos amuletos son:

· Colgantes Khomeïssa

· Colgantes Terawt

· Colgantes Shirawt

· Aderezos para el pelo o turbante (amuletos)

El pueblo tuareg es rico en cultura y tradiciones, en donde el intercambio y la cooperación son la fuente de su supervivencia. Es el lugar en donde los astros predicen y guían.

"Aquí tenemos reloj y allá, en el desierto, lo que hay es tiempo"




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[1] Talero de María Teresa (MTT). Es una moneda de plata en lingotes que se utilizaba en el comercio mundial continuamente. Fue homenaje de la emperatriz María Teresa que gobernó Alemania, Austria, Hungría y Bohemia de 1740 hasta 1780. Se utilizó África del Norte.


Danaé Espinoza

Relaciones Internacionales

FES-Acatlán, UNAM