jueves, 23 de junio de 2011

Breve Aproximación al Arte Islámico

Según la tradición islámica, durante el siglo VII de nuestra era, la península Arábiga fue testigo de la revelación del Islam a Muhammad (Mahoma) por parte del Ángel Gabriel. Las predicas de éste nuevo y a la vez último profeta enviado por Dios comenzaron en la ciudad más importante de Arabia, la Meca. La importancia de ésta ciudad, que hasta la actualidad sigue siendo el lugar más importante para los musulmanes, radica en que en ella se encuentra la Kaaba (un edificio de forma cúbica que desde tiempo preislámicos era considerado como un lugar de peregrinación, pues era el centro de culto para miles de personas que acudían a adorar a un gran número de ídolos). La gente peregrinaba y aprovechaba la visita a su ídolo de “confianza” para comerciar. Con el paso del tiempo, la ciudad se convirtió en el vínculo comercial entre el Mediterráneo y el lejano Oriente. A pesar de su gran riqueza cultural y económica, se han encontrado pocos testimonios artísticos en la región, tal vez lo más notable son los monumentos que se han hallado en cantidades mínimas.

''No he creado a los genios y a los hombres sino para que Me adoren''. Corán (51: 56).

Se considera que el Corán es la fuente de conocimiento del arte y sin duda el desarrollo artístico fue estimulado por algo muy importante en la vida de cualquier muslim (musulmán) la rememoración de Dios, el dhirk Allah.

El artista (Sani, el que obra con sus manos) da un lenguaje sensorial a los ideales del Islam, es decir, a las formas y motivos de las estructuras y decoraciones de santuarios y palacios. El artista como cualquier otro muslim es un siervo de Dios y sus creaciones siempre responden a una finalidad precisa; el arte islámico siempre es funcional, útil y de completo y casi exclusivo orden espiritual.

El arte islámico evolucionó tomando influencias romanas, bizantinas, persas y hasta el arte chino fue un ingrediente esencial para la pintura, la cerámica y las artes textiles. Los primeros seguidores de Muhammad provenían de pueblos nómadas con escasas tradiciones artísticas y a medida que se expandió el Islam, se fueron asimilando las distintas tradiciones culturales y artísticas de los pueblos sometidos.

El desarrollo del arte islámico desde el siglo VII al XVIII se divide en tres periodos:

  1. Periodo de formación que coincide con el califato Omeya (661 – 750) en su poder el territorio islámico se extendió desde Damasco hasta España.
  2. Periodo de la época de los califas Abbasíes (750 – 1258), establecidos en Bagdad hasta la conquista mongola. Además de los Omeyas y los Abbasíes cabe mencionar otros estilos como el de los turcos Selyúcidas (mediados del siglo XI a 1157), Kánidas (1256 a 1349); los Timuríes (1378 – 1502) y los Safavíes (1502 - 1736). Todos establecidos en Irán.
  3. Periodo desde la conquista mongola hasta el siglo XVIII.

La arquitectura, una de las primeras y más duraderas de las Bellas Artes, se asocia en el Islam con palacios y lugares de adoración. A diferencia de la arquitectura, en la pintura, la escultura y la música, en grados distintos, hubo dificultades debido a la censura religiosa. Existía la prohibición de representar la figura humana[1].

El arte islámico es arte decorativo, su función era la recreación de una combinación de forma y color agradable, el estilo de ornamentación que conocemos como arabesco

empezó con los Omeyas en el siglo VIII[2].

La contribución Omeya a la arquitectura no se limitó al campo religioso. Los Califas de Damasco fueron los primeros en construir palacios reales; dichos palacios no se construían en la capital, sino en el límite del desierto sirio y estaban hechos con la idea de servir como salas de baño y casas de retiro para relajarse, jugar y satisfacer la nostalgia del desierto[3].

No podemos negar el uso “no oficial” de estos palacios, pues en ellos, los Califas se dedicaban a beber, a cazar y a contemplar a las bailarinas; dejando a un lado las conductas “antiislámicas” hay que destacar que introdujeron la arquitectura secular.

Los palacios Omeyas estaban decorados con mosaicos, pinturas murales y estucos, representando animales, escenas cortesanas o al propio califa, esta decoración deriva en gran medida de la tradición Sasánida. Con la invasión de los mongoles muchas ciudades fueron destruidas o reducidas a pueblos, y se perdieron los ingeniosos sistemas hidráulicos que las permitían existir.

Es necesario destacar que la Mezquita de Muhammad en Medina se convirtió en el prototipo del edificio islámico, que a su vez dio lugar a dos tipos de construcciones para llevar a cabo el culto:

  1. Mezquita
  2. Madraza

Mezquita (Masyid) “lugar de postración”, este término no designa un edificio sino un lugar reservado para los muslimes - podían ser casas o lugares al aire libre - que se reúnen para orar especialmente los viernes y para discutir asuntos públicos.

La mezquita es un lugar de erudición, en donde gran parte de la vida pública y política tenía lugar y que en muchos casos sirvió para guardar el tesoro de la comunidad. Es un lugar de enseñanza, de encuentro en donde todo fugitivo encuentra asilo y los indigentes limosna, albergue y comida.

Para el siglo I de la expansión del Islam (siglo VIII de nuestra era), la mezquita ya tenía características arquitectónicas propias, con elementos obligatorios. Originalmente el único requisito de una mezquita era que la superficie fuera suficiente para acomodar a todos los habitantes de alguna población y tenía que estar en dirección a la Quibla (Meca). Poco a poco se agregaron más requisitos.

  1. Mihrab: Nicho en la pared de la Quibla.
  2. Minbar: Púlpito en donde el Imán, guiaba la oración del viernes y daba su sermón. El mimbar o púlpito se utilizó por primera vez en la mezquita de Medina. Al principio se empleaba como estrado, pero pronto se convirtió en un verdadero púlpito para la predicación del imán.
  3. Mansura. Habitación reservada al soberano y a sus representantes.
  4. Plataformas: Estas estaban elevadas para la recitación del Corán.
  5. Alminar: Torres que denotan la existencia de una Mezquita y es desde donde el Almuecín llamaba a la oración. En los primeros tiempos no existía el alminar, de modo que los fieles se reunían para orar sin necesidad de una llamada previa. Sin embargo, debido al aumento de la congregación, se acabó instituyendo la llamada de un muecín, a viva voz, desde la cubierta más alta del edificio. La Gran Mezquita Omeya de Damasco (705-715) es el primer ejemplo que presenta una torre o minarete, situada en una de las esquinas del patio, para realizar esta función.
  6. Fuentes: Al igual que los pozos aparecen en las mezquitas para el lavado ritual[4] (wudu).

Es común que no todos los elementos no se encuentran en todas las mezquitas, por ejemplo el Mihrab si existe en todas, pero otros como el Minbar, solo existe en ciudades cuyos gobernantes habían sido nombrados por los califas.

Bajo los Abasíes se introdujo en Irán una nueva tipología de edificio religioso, la madraza o seminario religioso. Su forma, basada en la arquitectura Sasánida, dio lugar a un nuevo tipo de mezquita que se difundió rápidamente por numerosos países. La madraza y la mezquita-madraza están configuradas por iwanes, es decir, salas emplazadas en los ejes de un rectángulo que se abren con grandes arcos a un patio central. Las madrazas suelen disponer de habitaciones en torno al patio dedicadas al estudio o a los dormitorios de los estudiantes. La mezquita del Viernes (donde se congrega el mayor número de fieles de una ciudad) de Ispahan (siglo XI, Irán), es el primer ejemplo de mezquita-madrasa.



[1]Ikram, Antaki, La cultura de los árabes, p. 157

[2]Hitti, Philip, El Islam, modo de vida p 244

[3]Ídem. p 236

[4] Ídem. p. 230-231.



Israel Eber

Historia, CU, UNAM

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