La investigación moderna sobre el pensamiento islámico tiene que lidiar con una serie de problemas en la tarea de la reconstrucción de su historia y el papel que tuvo dentro de la sociedad musulmana en diversos periodos históricos, por ejemplo, la edición crítica de textos que o bien se encuentran en bibliotecas europeas[1], o bien se ven desaparecidos por la fuerza destructiva de los conflictos que aquejan a algunos países árabes que resguardan tesoros culturales no sólo de la civilización islámica sino también de las civilizaciones antiguas que florecieron en esos territorios antes de la llegada del Islam, es lo que ha ocurrido, por ejemplo, en Bagdad[2] con la complicidad del ejército estadounidense tras la invasión a Iraq.
Entre estas innumerables dificultades se encuentra la de la reconstrucción histórica de la transmisión del saber de otras civilizaciones a los musulmanes, lo cuál se dificulta en exceso debido básicamente a la pérdida de material importante como traducciones de textos o tratados producidos por los propios musulmanes. Sin embargo, se ha vuelto un tópico reconstruir la influencia de fuentes no islámicas uno de los ejercicios analíticos fundamentales para explicar el pensamiento gestado por los musulmanes, es más, incluso en pensamientos como los de la falsafa (filosofía) se ha reducido todo intento de su explicación al rastreo de cuál es la procedencia, si griega, persa, india o cualquier otra de las culturas con las que los musulmanes se toparon a partir de las conquistas de Siria y Palestina. Esto ha provocado el reforzamiento del prejuicio de la “ortodoxia” musulmana de que pensamientos como la teología mutazila, la falsafa o incluso el sufismo son innovaciones no islámicas que se originaron a partir de la introducción de esos elementos que no existían en la primitiva comunidad islámica[3]. A pesar de los esfuerzos por reducir los prejuicios frente al Islam que a lo largo de la investigación moderna han estorbado para su comprensión y que han generado ideas como la sostenida por Asín Palacios que hacía del sufismo una mera proyección del cristianismo en el Islam[4], el lugar de las fuentes no islámicas dentro del pensamiento islámico no ha sido comprendido debido a que la reconstrucción de su asimilación no ha sido aún realizada satisfactoriamente[5], en parte por las metodologías de análisis seleccionadas, al no considerar que están rastreando el desarrollo de un pensamiento producido no por simples autómatas sometidos a dogmas religiosos, sino por fieles creyentes que intentaron entender su religión, así como los acontecimientos políticos a la luz del Islam, y que además estaban insertos en relaciones sociales que afectaron bien pronto la conformación de las instituciones islámicas y su decadencia; pensar por ejemplo la influencia del sistema tribal en la conformación de una élite islámica en la comunidad musulmana primitiva está anulado para una metodología que realiza un análisis abstracto de los hechos históricos.
Entonces, ¿cómo asumir a las fuentes del pensamiento islámico para no ceder a nuestros prejuicios como investigadores? Es claro que la elección de un determinado enfoque en la investigación y comprensión de éstas fuentes debe estar justificado teóricamente, pero en principio debemos cuidarnos de que el análisis no esté viciado por una idea incuestionable que formalice toda la investigación[6]; en segundo lugar, no debemos perder de vista que si bien el conocimiento en la civilización islámica le debe mucho a la transmisión escrita y la producción a gran escala de traducciones y obras manuscritas, dependientes del desarrollo tecnológico del papel, no obstante buena parte de esa transmisión también se dio oralmente durante los primeros años e incluso muchos conocimientos, particularmente de medicina, se introdujeron a la península árabe incluso antes de la llegada del Islam y más tarde a través de relaciones comerciales o incluso de disputas directas con las comunidades nestorianas en Siria o la mandea en Iraq, así como la importante confrontación con el maniqueísmo persa, de la cuál se han visto rastros en la conformación teórica de la teología[7]. La conformación del pensamiento islámico, por ende, no se da sólo en relación a una interpretación que se rodea del prestigio de continuar la labor del Profeta, sino también en el contexto de la interacción entre los musulmanes y de éstos con las poblaciones de los territorios conquistados.
Si bien, la importancia de rastrear las fuentes escritas es muy importante, no debemos ceder a la tentación de reducir su investigación a un mero rastreo de cómo de esos textos emanan las ideas que se presentan en los textos de místicos, teósofos, teólogos o filósofos; explicar estas disciplinas implica poner en relación a pensadores vivos con preocupaciones concretas con una serie de pensamientos que, si bien eran de origen externo al núcleo doctrinal del Islam, fueron usados para desarrollar una mayor comprensión de éste y a fin de tratar de resolver problemas concretos de la sociedad islámica. Es cierto, por ejemplo, que en el sufismo podemos rastrear componentes budistas, hindúes, gnósticos y procedentes del legado griego y del misticismo bizantino[8], no obstante, resulta excesivamente simplista pensar que el sufismo es el resultado de la mezcla ecléctica de todos esos elementos, el sufismo, a pesar de esas influencias, presenta características particulares que le permiten identificarlo como un movimiento intrínsecamente musulmán, por ejemplo, la meditación profunda que se deja rastrear en sus textos y poemas en torno a las ideas de Dios que se encuentran en el Corán. Esas influencias son asimiladas, pero no de golpe ni indiscriminadamente, son integradas a una meditación cernida sobre el mensaje coránico y, ante todo, a la experiencia en la que vivieron su fe.
Así, sobre lo que intentamos llamar la atención es que para entender tal diversidad de pensamiento al interior de la comunidad musulmana, no debemos de perder de vista cómo es que las fuentes fueron asimiladas por los musulmanes con vistas a los problemas que su experiencia social, política y religiosa les planteó y que si bien muchas veces fueron adoptadas como formas de reelaborar la comprensión del Islam desde diversos ángulos, no podemos ignorar que son pensamientos dimanados de la vida concreta de los creyentes, aún cuando en ocasiones se desplacen más allá de lo que fue la práctica inicial y que se transformó en la fuente de la tradición islámica, que, aún con todo, comparten casi todas las ramas del Islam.
Daniel Maldonado Juárez.
Facultad de Filosofía y Letras, UNAM.
[1] Durante la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, el manuscrito de la Risalat al wada‘ (Carta del Adiós) de Ibn Bayya, que se encontraba en la Biblioteca de Berlín, desapareció, hasta que en 1988 fue encontrado en Cracovia. Por otro lado, los manuscritos a veces han permanecido perdidos en los archivos de éstas bibliotecas y su rescate, edición y traducción se ve entorpecido sobre todo debido a la falta de especialistas que se dediquen a esta inmensa labor de rescate, o de la falta de ingresos para financiar estas actividades, a pesar de lo cuál toda una serie de investigadores comprometidos, tanto occidentales como árabes, han emprendido esta titánica labor.
[2] Yriart Martín F. Bagdad, bibliocausto, memoricidio, impunidad. http://www.webislam.com/?idn=3127
[3] Lo cuál es grave en casos en los que se intenta juzgar el papel de éstos pensamientos en la conformación histórica del estado y de la racionalidad islámicos, por ejemplo en Ruiz Figueroa Manuel. Islam Religión y Estado. Colegio de México. México. 2005. pp. 86 la filosofía es para el autor una tradición que no estuvo viva y refuerza la idea de que el Islam manifiesta una animadversión por el desarrollo de una reflexión teórica en pos de la pura realización práctica del culto religioso. En pp. 118, la teología mutazilí defiende al Islam a través de postulados “inaceptables” (obviamente inaceptables para cierto sector musulmán, no para todos) y sugiere en otros pasajes que esto se debió a su introducción de pensamientos extranjeros que no se apegaban a lo que un grupo de autoridades religiosas decían que era el verdadero Islam. En pp. 139 se reduce al sufismo a mera “síntesis” del pensamiento islámico y de los elementos extraños a él, incluso “las versiones más opuestas” a él.
[4] Martínez Humberto. Estudios Islámicos. UAM/Gernika. México. 1992. pp. 9 ss.
[5] Trabajos pioneros como los de Richard Walzer o de Abd Al Rahmán Badawi están muy lejos de despejar todas las cuestiones involucradas en el papel que desempeñaron éstas fuentes dentro de la civilización islámica, pero son pasos importantísimos para lograr su comprensión cabal.
[6] Como el prejuicio, por ejemplo, de que el Islam no era originalmente una religión apta para desarrollar una mística.
[7] Nomanul Haq, Syed. The indian and persian background. Chapter 4 de Nasr Sayyed Hossein, Leaman Oliver. (Comps). History of Islamic Philosophy. Routledge.
[8] Nicholson Reynold A. Los Místicos